El deportista con más oros en la historia de los Juegos Olímpicos afina su puesta a punto para Londres 2012. Michael Phelps arrasó el pasado fin de semana en el Gran Premio de Natación de Columbus (Ohio), donde marcó tiempos estratosféricos y mandó un recado a sus rivales: habrá que sudar sangre para ganar al campeón.
El Tiburón de Baltimore batió el rércord del año en 200 mariposa (1:55.32), venció en los 100 metros libres (48’49 segundos) con el segundo mejor crono de la temporada y repitió triunfo en los 200 estilo libre (1:45.69), quedándose a 17 centésimas de la plusmarca del curso, en posesión del francés Yannick Agnel. “Mi intención era hacer el primer hectómetro en 51 segundos y poder tener un margen de control en el resto de la prueba y así ha sido. Me siento como en los viejos tiempos“, admitió el nadador estadounidense.
Phelps dejó claro en Columbus que sus tres semanas de concentración en altitud, en Colorado Springs, han funcionado para alcanzar un buen momento de forma cuando sólo quedan cuatro meses para los Juegos. Ganador de ocho oros en Pekín 2008 para un total de 14 preseas doradas, Michael Phelps será una de las grandes figuras del próximo verano.
Michael Phelps lo deja. Después de Londres, claro está, porque primero quiere batir el récord de medallas en unos Juegos Olímpicos: tiene 16 (14 de oro), por lo que le faltan tres para batir a la gimnasta soviética Larissa Latynina, que consiguió 18 en toda su carrera. El nadador norteamericano eligió el programa 60 Minutes de la cadena CBS para amagar con su retirada. No fue rotundo, pero sí dejó caer que a Rio de Janeiro, sede de los Juegos de 2016, posiblemente sólo irá acompañando a su madre, cuyo deseo es visitar la ciudad brasileña. “Ya veremos. Una vez que me retire, lo estaré para siempre”.
En la misma entrevista, Phelps confesó que había estado a punto de dejar la natación cuatro años atrás, tras los Juegos de Pekín que lo coronaron con ocho oros como el mejor nadador de todos los tiempos. El Tiburón de Baltimore se planteó seriamente su continuidad después de que se hicieran públicas unas fotografías en las que aparecía fumando marihuana. “La verdad es que las posibilidades de que fuese a Londres estaban al 50-50, nunca las tuve todas conmigo”, admitió Bob Bowman, su entrenador.
El propio Bowman recordó que en otoño de 2009 su pupilo estuvo parado durante seis semanas, toda una eternidad en un deporte como la natación. Phelps contó que se marchó a Las Vegas, se encerró en una casa y se dedicó a jugar a la videoconsola. “Fue duro, porque no sabía si esa pasión por ganar seguía dentro de mí”. Se reencontró con ella y ahora afirma estar más fuerte que nunca para monopolizar el podio de la piscina olímpica londinense. Ha cambiado sus técnicas de entrenamiento y llega a la capital británica con las pilas cargadas: “Me siento como antaño. Estoy nadando como solía hacerlo y en los tiempos en los que lo hacía”.
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